“Por ello estamos hoy aquí, por ello cumpliremos con alegre decisión nuestros deberes, y por ello nos abrazamos a la resolución de buscar y decir la verdad y de luchar hasta el cabo de nuestras fuerzas por crear los medios y el clima socialmente necesarios para que esa verdad impere y el bien se cumpla en la paz justa que es nuestro anhelo.”
Manuel Gómez Morín
“El motivo de manifestarse”
Por Rafael Micalco
Cuando llenar el zócalo de la ciudad de México es uno de los principales argumentos para medir las acciones de gobierno, esa evaluación se queda muy corta y genera una falsa sensación de cumplimiento. Preocupante es que el gobierno federal siga en campaña pronunciado desde la plaza pública consignas de cambio; independencia; rechazo a la corrupción y demás, como las pronunciadas por el presidente en su discurso el sábado pasado. Y llama la atención, porque las concentraciones masivas son una manera de hacerse escuchar, por parte de los sectores ajenos al poder en turno y sirven para manifestar ideas, reclamos o apoyos y no para sostener gobiernos. Diferente a los medios de información que tiene el poder federal y más allá, este cuenta con los mecanismos no sólo para promocionar sus logros, sino para hacer realidad los cambios reclamados y dar respuesta a las proclamas emitidas. Además –y cabe decirlo- tiene la obligación de hacerlo.
Entonces, queda claro que el propósito de un gobierno para celebrar actos de autopromoción, de reclamos de libertad, etc., cuando es él mismo, el responsable de hacerlo valer, su objetivo es permanecer en campaña permanente a fin de evitar dar respuesta a los pendientes que además al paso del tiempo, empeoran para desgracia de la población. Inseguridad, corrupción, servicios, trabajo, economía, empleo, salud, educación, son parte de un largo etcétera que sigue sin ser atendido y que empeoran año con año.
Porque llenar la plaza pública para el autoelogio sólo es una medida desesperada de fingir apoyo, ante lo ocurrido una semana atrás que la sociedad civil salimos a manifestarnos. La reflexión no se debe centrar en quién llena más, sino de la convicción y los motivos que llevan a cada ciudadano a manifestarse.
Si debe haber respeto a la manifestación de ideas, pero debemos dejar claro que no es válido cuando esa manifestación se promueve –u obliga- desde el poder, se financia desde las arcas públicas y cuyo propósito es apoyar a un hombre que ya llegó al poder, que ya tiene el poder que la ciudadanía le dio en el 2018 para gobernar, para dar respuesta, para asumir como plan de acción de gobierno esas proclamas.
Porque son en los índices de pobreza, de crecimiento económico, de salud y educación entre muchos otros, donde la voz del gobierno debe escucharse, no en discursos dramatizados en plazas públicas.
El gobierno debe enfocarse en cumplir sus propuestas, en mejorar las condiciones de vida para todas y todos los mexicanos. México está despierto y no deje de ver que el titular de ejecutivo elude su obligación de cumplir.
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