- Rodrigo Navarro reflexiona junto a su excoordinador, Fernando García, sobre la importancia del ejercicio y excelencia profesional socialmente comprometida.
Regresa la presencialidad y con ella los triunfos. Rodrigo Navarro Hernández, recién egresado de la Licenciatura en Contaduría y Estrategias Financieras de la IBERO Puebla, fue acreedor al Premio CENEVAL al Desempeño de Excelencia correspondiente a la última aplicación de la prueba EGEL. Dicho reconocimiento implica que el joven obtuvo un desempeño ‘sobresaliente’ en todos los rubros del examen.
Como para la mayoría de las personas, la pandemia le supuso una serie de retos. Rodrigo tuvo que modificar sus hábitos cotidianos a niveles personal y escolar para aprovechar las clases en línea. “En la universidad tuve muy buenas relaciones con mis colegas; varios me ayudaron a estudiar. Al final, lo más importante son las habilidades que uno desarrolla”.
Por su parte, coordinadores y profesores de la Universidad Jesuita recibieron capacitaciones constantes para pensar las cátedras a partir de la virtualidad y no solo migrar el trabajo presencial sin más. Explica el coordinador de Contaduría y Estrategias Financieras, Fernando García González: “Al principio dejábamos muchas tareas, y los alumnos empezaron a resentirlo mucho. Empezamos a dejar trabajos que fueran significativos”.
Aunado a ello, se buscó que el ejercicio profesional se basara en la cotidianidad y en casos reales. Como fue el caso de Rodrigo, muchos estudiantes pudieron tener un primer contacto con el mundo laboral a través de los despachos de sus profesores.
Durante el pico de la pandemia se canceló la aplicación de la evaluación; en su lugar, el Departamento de Negocios de la IBERO Puebla aplicó exámenes equivalentes para asegurar la excelencia académica de sus estudiantes. El regreso del EGEL en marzo pasado supuso una auténtica prueba para el alumnado, no solo en competencias profesionales. “Salieron muy bien ranqueados en el examen”, celebra el coordinador.
El EGEL para contaduría se basa en la resolución de casos, no tanto en el dominio de la teoría. “Más que medir los conocimientos mide las competencias y habilidades de los alumnos, qué tanto estamos formándolos para este perfil de egreso”. El mérito de Rodrigo Navarro se basa en haber obtenido un desempeño ‘sobresaliente’ en las siete áreas que componen el examen.
El razonamiento lógico y la lectura de comprensión son dos virtudes que Rodrigo Navarro destaca tanto para los exámenes estandarizados como para la vida en general.
El ya egresado recuerda con cariño su vida estudiantil, misma que estuvo llena de actividades extracurriculares. En sus semestres presenciales participó en talleres de baile y formó parte de equipos de futbol. “Mis compañeros eran personas agradables. El aspecto social me enriqueció”. Las habilidades interpersonales, asegura, son fundamentales para conectar con empleadores y clientes.
Del lado profesional, valora la contabilidad como una profesión noble y con muchos campos de acción. Su experiencia en la Universidad Jesuita le permitió conocer y reforzar el aspecto de servicio: “Es una profesión muy expuesta a la corrupción. Hay que tener una ética sólida para no caer y siempre aportar lo mejor a la sociedad”. El objetivo último de Rodrigo Navarro es convertirse en un contador ordenado, pulcro, meticuloso y responsable.
Esta mirada fue respaldada por Fernando García, quien aspira a que sus estudiantes se preocupen por la realidad mexicana y contribuyan a su transformación. “Queremos que no formen parte del statu quo, sino que entren en él y, con los valores con los que los hemos formado, lo cambien. Que incidan y mejoren la casa común”.
Rodrigo estudió Contaduría y Estrategias Financieras entre 2018 y 2022: cuatro semestres de forma presencial, tres desde casa y el último de vuelta en el campus. Su perfil profesional apunta a los sectores contable y financiero, así como el hotelero y turístico. Durante la pandemia realizó sus prácticas en el despacho de una de sus profesoras. Además, brindó tutorías particulares a sus compañeros de semestres inferiores.
Sus ahorros y árbol genealógico le permitieron mudarse a Madrid, donde desde hace un par de meses ha explorado las posibilidades laborales que ofrece la península a profesionistas con sus características. “Creo que salí en un buen tiempo; aún soy algo joven”, comenta el joven para quien la contaduría fue la segunda bala tras probarse un año en una licenciatura distinta.