Jorge Barrientos
El arzobispo de Puebla, Víctor Sánchez Espinosa, destacó durante la misa del primer domingo de Adviento que este tiempo marca el inicio de un camino espiritual hacia la Navidad, invitando a los fieles a preparar su corazón para el nacimiento del Niño Jesús. Además, señaló que este Adviento tiene un significado especial por coincidir con la preparación para el Año Santo 2025.
Significado del Adviento y la Corona
El arzobispo explicó que la corona de Adviento simboliza este tiempo de preparación mediante sus cuatro velas y el uso del color morado, que representa penitencia y purificación en los primeros dos domingos. El tercer domingo, conocido como Gaudete, cambia al color rosa, como señal de gozo por la cercanía de la Navidad. Finalmente, el cuarto domingo recuerda la espera amorosa de María por el Salvador.
Cada vela tiene un simbolismo especial:
1. Esperanza: Un llamado a mantener viva la fe en la promesa de salvación.
2. Paz: La vigilancia en la espera del encuentro con Cristo.
3. Alegría: El gozo por la proximidad del nacimiento de Jesús.
4. Amor: La invitación a vivir el amor con el que María aguardó al Mesías.
Llamado a las buenas obras
El prelado resaltó que este es un tiempo para practicar las buenas obras, fortalecer la fe y trabajar espiritualmente en preparación para el encuentro con Jesús. “Debemos confiar en Él, y no olvidar nuestra fe. El mal nunca está por encima del bien”, señaló, haciendo un llamado a la esperanza y a una vida de virtud en estas semanas.
La Virgen María y la Navidad
Sánchez Espinosa también dedicó palabras a la Virgen María, destacándola como modelo de espera llena de amor y fe. “Si alguien esperó con ansias a su hijo, fue la Santísima Virgen María”, dijo, subrayando la importancia de seguir su ejemplo en este tiempo.
El Adviento: preparación espiritual
La Iglesia Católica recuerda en este tiempo que Jesús es la luz que disipa las tinieblas, y la corona de Adviento es un símbolo de esta esperanza eterna. Durante las próximas semanas, los fieles son invitados a reflexionar, orar y actuar, renovando su fe y preparándose para recibir a Cristo con un corazón purificado.