Dejar Venezuela nunca fue opción para Miriam, pero los horrores cometidos en contra de los ciudadanos de ese país son insostenibles para la mayoría.
Hace seis años comenzó a vivir en la capital de Chihuahua, convirtiéndose en una de los más de 89 mil venezolanos que están en México por la falta de oportunidades y difíciles condiciones de vida en su país, que empeoraron tras las elecciones del 28 de julio. “Hay mucho acoso sexual contra la mujer”, recuerda la razón por la que hace un año decidió dejar el estado norteño para viajar a Puebla.
A pesar de haber encontrado cierta estabilidad, teme lo que pueda ocurrir en México, ya que los cambios son similares a los que sufrió su nación. “Esto que está pasando con la inflación, así empezaron”, refiere tímidamente. Hablar para ella es difícil porque asegura que Nicolás Maduro tiene “matones” en todos los países, por lo que prefiere reservar su nombre verdadero.
En la década de los 70 Venezuela vivió su época dorada, siendo uno de los países más ricos de América Latina, sin embargo, el “Viernes Negro” marcó el fin de la prosperidad, convirtiéndose en uno de los mayores expulsores de inmigrantes y con el 82 por ciento de su población en pobreza, de acuerdo con reportes de la ONU.
Miriam participó en la elección en la que Nicolás Maduro llegó a la presidencia, fue la última en la que votó, la encañonaron agentes chavistas, hubo muchas irregularidades y el régimen se impuso con el fraude, dijo.
Puestos del gobierno fueron invadidos literalmente por asesores rusos y cubanos, éstos últimos santeros y paleros, cuya influencia en el régimen es tal que el periodista David Placer escribió un libro denominado “Los Brujos de Chávez”, en el que se le reconoce a Hugo Chávez como santero, brujo y espiritista, cuyos rituales con animales se han replicado en México en sedes gubernamentales como en el Senado de la República, ocurrido el pasado 24 de abril.
“Chávez ocupó el resentimiento”, asegura, pero nadie se esperaba lo que pasó años después, políticos opositores perseguidos por el régimen, religiosos acabados, niños manifestantes torturados recientemente, sin libertad ni derechos humanos. Ningún periodista se atreve a investigar más, buscar testimonios de los horrores de Venezuela puede ser fatal, sin importar la nacionalidad.
“Qué les harán que los niños, de 14, 15 años, dicen que se quieren morir”, se pregunta Miriam. Después de la elección de este año, la crisis migratoria se agudizó, y las persecuciones. El candidato presidencial de la oposición, Edmundo González, está en España con asilo político.
De María Corina Machado no se sabe su paradero, pero la propaganda del régimen se ha dedicado a decirle al pueblo venezolano que lo abandonó. María Corina era la esperanza que necesitaban para creer que Venezuela volvería a ser un país democrático y libre después de 25 años. A casi cuatro meses de la elección, Nicolás Maduro no ha podido presentar las actas originales de las votaciones como ya lo hizo la oposición, a través del Centro Carter en la OEA, pero Maduro sigue detentando el poder que ya no le corresponde.
En este punto nos preguntamos, ¿hasta cuándo el régimen vinculado por Estados Unidos con el narcotráfico, será reconocido como legítimo? La lucha en Venezuela no termina.