Una vez aprobada la reforma al Poder Judicial, propuesta por el presidente López y apoyada por Morena y sus aliados, México pasa de un régimen democrático, al gobierno de una sola mujer, quien se podrá dar el lujo de cambiar la constitución como le venga en gana y le convenga.
Quedaremos en manos de la próxima presidenta, Claudia Sheinbaum, y de su criterio y sabiduría para tomar decisiones en la conducción del país.
Irónicamente el único contrapeso que la nueva presidenta tendrá enfrente, provendrá del hombre que la impulsó para ganar de manera contundente y aplastante, el que en unos días será el ex presidente, Andrés Manuel López Obrador.
En este espacio ya lo hemos señalado en varias ocasiones, va a ser muy interesante el ver, que tipo de relación establecen la presidenta y quien fue su mentor, artífice de su candidatura y triunfo electoral.
Ya mucho se ha hablado sobre la idea del Maximato, ese periodo en la historia de México en donde el presidente Calles siguió gobernando al país, a través de personajes como, Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio (el nopalito) y Abelardo L. Rodríguez, quienes gobernaban, pero no mandaban.
La sombra de López Obrador, del caudillo, seguirá pesando a la administración que está por comenzar, pese a que el aún mandatario ha señalado ya en diversas ocasiones que él se va a retirar de la vida pública y se mantendrá ajeno, desde su rancho.
Y para muestra un botón, es un hecho que el hijo de López, Andrés Manuel López Beltrán, será el próximo secretario general de Morena y desde ese cargo y con todo el poder, va a recorrer todos los estados del país, sumando estructura para poder aspirar a la presidencia de la República en el 2030.
Sheinbaum no solo va a tener que hacerle frente a la “sombre del caudillo” de Macuspana, sino también al del hijo del ex presidente, quien todo mundo sabe, tiene la bendición de su progenitor y de una buena parte de la gente de Morena, para convertirse en el sucesor de Claudia en el 2030.
Es decir, López se va, pero no se va, Claudia tiene todo el poder de la presidencia y sus recursos, pero quien sabe si se atreva a tratar de cortarse el “cordón umbilical” para tomar sus propias decisiones y tomar las riendas del país.
De todo esto ya hay un antecedente y que cambió por completo el juego de la elección celebrada en este año, la imposición de Clara Brugada, entonces jefa delegacional en Ixtapalapa, en detrimento del personaje mejor posicionado y favorito para ganar la jefatura de la ciudad de México, Omar García Harfuch, consentido de Claudia Sheinbaum y quien se tuvo que conformar con la candidatura al senado y ahora con la Secretaría de Seguridad Pública federal.
Los contrapesos al interior de Morena son López y todos aquellos que después del 1 de octubre le sigan siendo fieles. La próxima presidenta de México deberá pues ser muy cautelosa en la forma en que mantiene su relación con el todopoderoso cacique de la 4T.
Algo que no debe de pasar desapercibido para ningún buen observador y analista, es que el nuevo secretario de la Defensa Nacional, Ricardo Trevilla Trejo, pertenece al grupo de Omar García Harfuch, quien tiene ADN militar, ya que es nieto del general, Marcelino García Barragán, quien fuera secretario de la Defensa Nacional en el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz y cuya trayectoria quedó marcada por la tragedia de la plaza de las dos culturas en Tlatelolco en 1968.
Después de la reforma al poder judicial, que le da el poder total a Morena, lo único que puede detener a este partido, serán los propios grupos internos que ya se comienzan a perfilar, el claudista y los lopezobradoristas puros, olvídense de la oposición, está ya no existe.
No mentir, no robar y no traicionar, pura jalada. Siempre he sostenido que Morena y sus supuestos postulados son una farsa y para muestra un botón, los más de 7 mil millones de pesos, que la entonces titular de la Secretaría de Finanzas, Tere Castro, colocó durante el sexenio barbosista en instituciones de crédito de dudosa reputación, para “sudar” el dinero y de los cuales poco se sabe si se recuperaron o no.
Y hora, el presunto daño patrimonial que ocasionaron solo por citar estos casos, la aún presidenta municipal de San Martín Texmelucan, Norma Layón (Momis) y de Huejotzingo, Angélica Alvarado, quienes hicieron un verdadero “cochinero” en sus respectivas administraciones municipales.
Lo más grave del asunto es que goza de total impunidad, ya que ambas van a desempeñar nuevas funciones.
Layón será la próxima secretaria de Turismo para la desgracia de los poblanos quienes vamos a tener que seguir aguantando sus pillerías, mientras que Alvarado en el colmo de los colmos, está por rendir protesta como integrante de la nueva legislatura local y para terminar de hacer más cómica esta comedia de impunidad, se va encargar de analizar sus propias cuentas, como ya ha ocurrido con otros personajes. Por eso estamos como estamos.
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