La ruta parece estar más que definida para el grupo del ex alcalde capitalino y ex candidato del PAN a la gubernatura, Eduardo Rivera Pérez, quien, pese a la derrota sufrida, a las críticas y a los riesgos de ruptura al interior de este instituto político, quiere ir por todos los espacios disponible, sin dejar lugar a la entrada de otros grupos diferentes al suyo.
De esta forma, Rivera Pérez quiere quedarse con la dirigencia estatal del albiazul, para dejar a uno de los suyos al mando, ya sea el alcalde sustituto, Adán Domínguez, quien es su mano derecha o en su defecto a la que fuera su secretaria particular y que ahora será diputada local, Celia Bonaga.
Para Eduardo tener el control del Comité Estatal es vital, no solo para negociar el tema de sus cuentas públicas, las cuales ha trascendido tienen problemas de observaciones por alrededor de 421 millones de pesos, de acuerdo a la Auditoría Superior del Estado, mismas que deberá de solventar, durante la legislatura que está por entrar en funciones el próximo 15 de este mes.
Pero, no solo por esto, el verdadero plan del grupo del ex alcalde capitalino es hacerse del control de la dirigencia estatal del PAN, para arrancar el proyecto 2027-2030, que no es otro que posicionar a su esposa, la diputada federal, Lilia Ortiz, quien es su carta para la alcaldía de Puebla dentro de tres años.
Liliana es una mujer brillante, la cual ha desarrollado su propio estilo y que sin duda es una muy buena opción para que el panismo le dispute a Morena la presidencia municipal de la capital, la cual perdieron en este año.
Sin embargo, su problema estriba en que inevitablemente su nombre está ligado al de su esposo, quien ha gobernado en dos ocasiones la capital, lo cual es un activo, pero también un pasivo, desde donde se le quiera ver.
Ni duda cabe, de que, si Lalo logra imponerse en la lucha por la dirigencia estatal del albiauzl, él y su grupo, manejarán las candidaturas al interior de este partido a su antojo, sin importarle que puedan generar un cisma al interior del albiazul en Puebla.
Si Rivera logra imponer a Adán Domínguez o a Celia Bonaga al frente del CEN del PAN en Puebla, ya tiene ganada la mitad de la carrera rumbo al 2027, en donde sin duda la candidata a la alcaldía de Puebla, sería su esposa Liliana Ortiz.
Por eso, no es extraño ver a Eduardo recorrer toda la entidad, como si no hubiera acabado la campaña a la gubernatura, busca amarrar el voto de los comités municipales, estos últimos armados por su operador, Marcos Castro, así como también de la militancia para estar listo en noviembre, cuando se lleve a cabo la renovación de la dirigencia estatal.
El ex alcalde sabe perfectamente que si se hace de la dirigencia estatal a través de alguno de sus dos incondicionales, tiene prácticamente en la bolsa, no solo la conducción del albiazul para los próximos tres años, sino también la designación de quien será el candidato o candidata en este caso a la presidencia municipal de Puebla, en la persona de su esposa, la brillante Liliana Ortiz.
Lily sería una muy fuerte adversaria para quien vaya a ser la carta de Morena a la alcaldía de Puebla dentro de tres años, su perfil es muy bien apreciado en Puebla capital, pese a que Morena y el ya para entonces gobernador, Alejandro Armenta, harán todo lo posible para mantener el control de la capital en sus manos.
En caso de que Lily pudiera ganar la presidencia municipal de Puebla, en automático, la lógica marcaría que sería la carta de la gubernatura para el 2030, aunque suene bastante futurista.
El problema para Eduardo es que enfrenta una fuerte oposición al interior de su partido, encabezada por los aún diputados, Mónica Rodríguez y Rafael Micalco, quienes han formado un grupo sólido, también está por su lado el aún presidente municipal de San Andrés Cholula, Edmundo Tlatehui, con muchas cartas credenciales, luego de haber retenido la alcaldía de este lugar, siendo el único en soportar el tsunami morenista y también el ex candidato a la presidencia municipal de Puebla, Mario Riestra Piña.
No se ve difícil que el ex alcalde capitalino se quede con la dirigencia estatal del PAN, después de todo su grupo político tiene el control de los padrones y de los comités municipales, el problema es a qué costo logrará el ex edil quedarse con las ruinas del albiazul.
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