Menos colores, más trabajo

Apuntes y Notas

David Meléndez
@dav_ms6

Es común que cada administración de gobierno, sea del nivel que sea, busque tener un diferenciador, haciendo uso de elementos visuales para ello, sin embargo, en Puebla con la Ley de Imagen Institucional, habrá reestructuraciones al ya no poder usarse los colores partidistas para representar una administración como tradicionalmente se hacía.
En cada cambio de gobierno era común ver a los nuevos gobernantes gastar millones de pesos en tapizar todos los edificios públicos con los colores de su gobierno, gastar en publicidad para lucir una nueva imagen, así fuera en el más mínimo detalle, pese que dicha acción no aportaba nada a generar una mejor entidad.
Un caso muy recordado fue el de la administración que encabezó Miguel Barbosa Huerta, el primer gobernador de Morena en Puebla y que una de las primeras cosas que hizo fue cambiar todos los elementos azules de los inmuebles públicos.
Sin embargo, con la Ley de Imagen Institucional, únicamente se podrán usar el blanco, el negro y el gris para cualquier acción que tenga que ver con la representación visual de los gobiernos.
Con ello se acabaron los edificios azules del PAN o vinotintos de Morena, esos tiempos han quedado atrás.
De esta manera el gobierno del estado que comenzará funciones a partir del 15 de diciembre así como los presidentes municipales que asumirán el cargo el 15 de octubre, tendrán que emplear sus esfuerzos en el trabajo.
En este sentido, vale la pena hacer mención de las acciones que en días pasados anunció el gobernador electo, Alejandro Armenta Mier, quien pretende fusionar algunas secretarías de gobierno en busca de mejores resultados.
Dicho cambio parece ser de fondo, al implicar reformas a la Ley Orgánica de la Administración Pública y no de forma, como se solía hacer al cambiar sólo los colores del gobierno estatal.
Habrá que darle el voto de confianza para ver si los cambios y fusiones dieron los resultados esperados o únicamente se cambiaron los nombres de las dependencias y no sus acciones.
Al final, es la ciudadanía quien gana al evitarse un gasto del erario público en cambios de imágenes institucionales y emplear dichos recursos en temas que verdaderamente tengan una aportación para tener una mejor entidad.

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