Estamos a pocos días de que se celebren las elecciones en seis estados de la república mexicana y como es normal, los ánimos se calientan y se vaticinan resultados que probablemente sean inesperados para algunos actores políticos.
En estas campañas se han volcado los apoyos a las diferentes coaliciones, así como a las candidatas y candidatos que andan en campaña y quizá sea la primera vez que vemos que diferentes funcionarios gubernamentales, sin rubor alguno, participan en reuniones y mítines placeros.
Desde la jefa de gobierno de la ciudad de México hasta el secretario de gobernación, pasando por diferentes secretarios y secretarias de estado, se han presentado más como militantes morenistas y matraqueros, que como reales servidores públicos.
No espanta que los funcionarios públicos tengan muy acreditada su militancia y que condicionen los apoyos de los programas sociales a cambio del voto hacia su partido, aprendieron las peores mañas del priato.
Lo que sorprende es que el secretario de gobernación ande en campaña cuando la gobernabilidad del país se esta derrumbando y cuando la delincuencia organizada sigue actuando con impunidad en diferentes regiones del país.
Para mantener la gobernabilidad en un país tan complejo como el nuestro, los encargados de la misma deben dedicarse de tiempo completo a su atención, porque mientras los funcionarios andan en campaña, en Puebla asesinaron a una abogada que defendía los derechos de las mujeres; en Celaya hubo un asalto armado en un bar, dejando por lo menos 11 muertos y en Sinaloa, un inconstitucional retén con personal armado y con uniformes militares, retuvo a los periodistas que cubrían la gira del presidente de la república.
Estos son sólo algunos ejemplos de lo que está pasando en el país mientras los funcionarios gubernamentales andan en campaña apoyando a su partido y a sus candidatos.
Nunca un secretario de gobernación se había comportado así, vaya, ni Manuel Bartlet en sus peores tiempos se presentaba a mítines partidistas o perdía el recato y el cuidado de las formas.
Los morenistas hacen un llamado a respetar la voluntad popular pero no quieren que se les señale por no respetar las formas y por no respetar la ley electoral en cada uno de los estados.
Está claro que han violentado la ley, que han amenazado a los votantes; que han condicionado el apoyo de los programas sociales, que han abusado del ejercicio de su función como servidores públicos.
Me parece que la soberbia los ha invadido y que han adoptado las peores mañas de los mapaches electorales que en el pasado tanto daño le hicieron a México.
Ojalá respeten los resultados.