Por: Rafael Micalco
¡El 2024 ya está aquí! La frase favorita de la política mexicana hoy en día. Y sí ya está aquí, la sucesión presidencial se teje poco a poco en cada una de las fuerzas políticas y “movimientos” como Morena le gusta ser llamado para justificar su falta de cohesión interna y para que no notemos que los partidos están desvinculados de sus gobiernos y que sus perfiles se dan con todo en el piso resbaloso de la administración federal, ante los ojos de su “líder moral” que ocupa la silla presidencial. Así opina desde los micrófonos gubernamentales: no hay tapado. Juega con ellos a su antojo.
En Puebla, tenemos una copia de ese estilo, desde los micrófonos del gobierno del estado, con un halo de pureza y sabiduría trasnochada habla, opina, condena, espeta sobre todo y sobre todos: partidos políticos, partidos opositores, niveles de gobierno y titulares de otros poderes, nadie lo cuestiona (con oficio). El titular del poder ejecutivo juzga a su entender la bondad o maldad de sus opositores en todos los partidos y en el “Movimiento”.
Desde ahí, el gobernador, como copia simple, pretende erigirse como el gran jefe de campaña de su movimiento, sin reparo aconseja a los miembros de su movimiento qué hacer y reclama inútilmente: por qué Morena no ha presentado ninguna demanda contra los gobiernos de otros partidos, pero ni lo ven, ni lo escuchan de ese lado del “movimiento”.
Y así, poco apoco el discurso comienza a llenarse del tema electoral, con halagos a aquel que una vez desde el Senado llamó: soberbio y hoy le dice: hijo de México. Justificando las ineficiencias de su gobierno a… sí, al pasado, con un discurso igual de polarizado que a nivel federal.
Pero los que no mienten son los números, reciente publicaban un ranking de gobiernos estatales, donde el oficialismo resaltaba un honroso quinto lugar, y sí, luego de que los cuatro primeros son gobiernos panistas y que seis de los nueve mejores gobiernos, son de Acción Nacional.
Pero el punto no está ahí, sino en la importancia que tiene que los gobiernos se dediquen a gobernar, se concentren en resolver los problemas, inquietudes de las y los ciudadanos, construir entornos seguros, sean innovadores para la reactivación económica, la salud y educación, y dejen el debate a los partidos políticos y dirigencia (quién los tenga) para hacer el discurso de contraste y el señalamiento político-electoral.
Hoy las y los mexicanos, todos, independientemente de filias y fobias requerimos gobiernos trabajando en soluciones, no comandando campañas ni “futureando” triunfos del 2024 adelantado.
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