“Mientras me imagino qué significa la existencia de una hija, pienso en un sol radiante que brilla todos los días […]. Hoy, que el día está nublado, pareciera que la vida supiera que la violencia ha ocultado varios soles. Que supiera de los obscuros más que claros que existen en la investigación de los feminicidios”.
Las palabras de Ana Gamboa, responsable del Observatorio de Violencia Social y de Género (OVSG) del Instituto de Derechos Humanos Ignacio Ellacuría, SJ (IDHIE) de la IBERO Puebla, abrieron el complejo panorama de omisiones y ausencia del Estado ante los casos de feminicidio de Zyanya Figueroa e Ingrid Aremis, que llegaron a la Universidad Jesuita a través del testimonio de sus madres.
“La intención es reflexionar sobre los obstáculos a los que se enfrentan las familias que están exigiendo justicia por los feminicidios de sus hijas. Esto no solo para el caso de Zyanya o Ingrid, sino para todas las mujeres que no han sido víctimas de feminicidio”, explicó Rosario Arrambide, directora del IDHIE, quien también hizo un llamado a la Fiscalía del estado a incorporar la perspectiva de género en sus investigaciones.
Zyanya Estafanía Figueroa Becerril
“La mujer del rostro de la ternura”. Así la llamaba su madre, María Patricia Becerril Gómez. Zyanya era la mayor de tres hermanos, y la única mujer entre ellos. Desde joven fue inspiración, alegría y amor; la ternura, su cualidad más grande, la motivó a trasladarse a Puebla para seguir su sueño de ser doctora.
“Trajimos a la ciudad de Puebla a una joven llena de ilusiones, con mucho empuje por cumplir todas sus metas […] siempre pensando en los pequeños. Tenía mucha ilusión de llegar a los lugares menos afortunados […] para llevar salud y un mejor proyecto de vida a los pequeños”, narró Patricia Becerril.
La familia Figueroa Becerril fue profundamente tocada e inspirada por Zyanya desde su nacimiento. Hoy, su ausencia “implica hablar de un antes y un después del asesinato, de cómo nuestras vidas ya no son las mismas sin su presencia. Sin todo lo que en vida nos motivaba su presencia”.
“El 15 de mayo de 2018 fue para nosotros, y sigue siendo, ese fatídico día en que nuestra hija fue encontrada sin vida en la casa que ella habitaba”. Desde el inicio hubo inconsistencias significativas en la investigación, pues las autoridades aseguraban que se trataba de un suicidio.
Patricia Becerril contó que, a tan solo días de encontrarla sin vida, Zyanya estaba planeando cómo celebrar el Día del Padre en compañía de sus seres queridos y brindó palabras de aliento y consuelo a sus colegas para que siguieran ejerciendo la medicina. “Una persona que está en planes de cometer suicidio no hace esos planes”, aseguró.
Las injusticias siguieron con la filtración de una supuesta carta de suicidio de Zyanya que rápidamente se viralizó. Las autoridades no se hicieron responsables por este hecho que entorpeció significativamente la investigación del caso.
A cinco años del feminicidio de Zyanya, Patricia ha encontrado un motor de lucha en el amor y la memoria viva que su hija dejó. “Hoy me atrevo a pedirles por las asesinadas, por las que nos faltan, por las que pelean y se defienden para conservar la vida y por las que seguimos vivas, por ustedes que queremos vivas, nunca más ni una menos”.
Ingrid Aremis Guevara Aguirre
“Piensen en una chica de 20 años que se entera de que está embarazada. Acude a su primera revisión a la ginecóloga. Tenía 7 semanas de embarazo y solo vi un puntito que para mí significó una estrella. Ella sigue siendo mi estrella”. El relato siguió con un “yo soy Ingrid Aguirre, madre de Ingrid Aremis Guevara Aguirre, víctima de feminicidio en mayo de 2019”.
La estrella de una familia de cuatro, oriunda de Xalapa, Veracruz. Ingrid era la hermana mayor de dos hijas: aplicada, alegre, tenaz, dedicada. Esas son algunas de las cualidades que sus seres queridos recuerdan de ella, y que hoy reivindican “no solo su vida, sino todos sus anhelos”.
Sus sueños también se situaron en Puebla cuando buscó profesionalizarse como psicóloga. El camino no fue fácil, pero la dedicación y excelencia que la caracterizaba la llevaron a alcanzar todas sus metas. “Luchó. Luchó con todo lo que implicaba […] y lo logró. Era una chica muy entusiasta, alegre, cariñosa, y sigue siendo recordada así”.
El 12 de mayo de 2019 fue hallada sin vida al interior de su domicilio con signos de violencia. Su caso fue un amplio historial de omisiones por parte de las autoridades, ya que 47 días antes de este fatídico suceso, Ingrid denunció a su pareja por violencia.
Desde entonces hasta hoy, la familia Guevara Aremis ha pasado por tres audiencias, el desahogo de 10 testigos, un juicio cancelado y un sinfín de procesos jurídicos que les han obligado moverse de Xalapa a Puebla y viceversa. El desgaste emocional, físico y económico han fragmentado a su familia de cuatro, a la que cariñosamente llamaban Team Guevagui.
“El hecho de que esa estrellita se apagó me hizo recordar un texto de las muertas de Juárez: el brillo del sol se nos apagó ese día. Es lo que representa haber conocido a Ingrid como una estrella, pero su luz ha dejado de brillar”, comentó Ingrid Aguirre.