Como si fuera un chiste de mal gusto, los representantes de los principales países expulsores de migrantes en América Latina estuvieron en Palenque, Chiapas, en un encuentro “Por una vecindad fraterna y con bienestar”.
Sin la presencia de representantes de Estados Unidos, el mayor receptor de personas que buscan salir de las condiciones precarias de los países que se han convertido en dictaduras, ni de Canadá o de integrantes de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se desarrolló el encuentro.
El pasado domingo 22 de octubre, estuvieron presentes el mandatario mexicano y anfitrión, Andrés López Obrador, así como Miguel Díaz Canel de Cuba, Gustavo Petro de Colombia, Ariel Henry de Haití, Xiomara Castro de Honduras, y Nicolás Maduro de Venezuela.
Los dictadores sudamericanos exigieron un alto al “bloqueo” estadounidense, a pesar de que es ampliamente conocido que Cuba, por ejemplo, raciona el alimento a los ciudadanos, no pueden sembrar, comerciar o vender servicios sin que sean sancionados, mientras que en Venezuela, el mal manejo de la economía del país provocó una hiperinflación con la que es imposible vivir de manera digna.
Ni hablar de las persecuciones a las que son expuestos opositores políticos, o ciudadanos comunes que se atreven a cuestionar al régimen, quienes terminan en la cárcel pagando elevadas condenas. Lo mismo ocurre en Honduras.
Como si no hubiera problemas que resolver en México, quien se ha asumido como el jefe moral de los mandatarios socialistas, López puso a disposición asistencia técnica y diversos apoyos a través de programas como Jóvenes Construyendo el Futuro, Sembrando Vida, así como petróleo, gas, electricidad y energía, y una plataforma de armonización regulatoria en materia de medicamentos.
México ya registra cifras récords de personas procedentes de Sudamérica y Centroamérica. De acuerdo con datos, de la primera región se registraron 140 mil 671 migrantes de enero a julio de 2023, principalmente de Venezuela y Ecuador, así como 102 mil 106 de la segunda región latinoamericana.
Mientras que nuestro país se encuentra sumido en una crisis económica, con violencia que ha roto récords respecto a la cantidad de asesinatos, el Gobierno de México está más preocupado por lavarle la cara a los principales expulsores de migrantes que han llevado a sus países a la ruina después de que destruyeron su democracia.