Durante un lustro, la Secretaría de Gobernación ha sido relegada a la más penosa irrelevancia.
El actual gobierno renunció a fomentar el desarrollo político; dejaron de contribuir al fortalecimiento de las instituciones; dejaron de promover la participación ciudadana y no facilitaron los consensos en la búsqueda de acuerdos políticos.
Renunciaron a mantener condiciones de unidad nacional, cohesión social, fortalecimiento de instituciones y a promover la gobernabilidad democrática.
Prevaleció el desprecio y el pisoteo del orden jurídico nacional.
Despreciaron la negociación política y la búsqueda de consensos, por la imposición, la descalificación y la persecución.
En 5 años no se ha tenido una sola reunión de acercamiento entre el gobierno y dirigentes partidistas y una sola vez han convocado a los coordinadores parlamentarios.
En el congreso de la unión se impone la consigna de “no moverle ni una sola coma” a las ocurrencias de Palacio, y la mayoría indolente obedece sumisa, sabedores de que el poder judicial les va a corregir la plana. Por eso lo atacan.
Quienes se opusieron, como legisladores o como juzgadores, se les señaló como traidores a la patria, con la consigna irresponsable de: “no me vengan con que la ley es la ley”.
A 5 años de gobierno, se sigue culpando al pasado, para sostener la perversa narrativa de los otros datos.
A la secretaría de gobernación le corresponde la conducción de la política interior para generar gobernabilidad, conciliar y propiciar dialogo con los actores políticos y de la sociedad civil.
La política, es una herramienta tan necesaria como ausente, en este gobierno.