“Las Juntas Auxiliares, el debate necesario”

Por Rafael Micalco

Al Congreso del Estado llegó la propuesta de suprimir algunas juntas auxiliares de la capital, cinco para ser precisos, lo que revive un antiguo debate por la necesidad o no de mantener esta figura de organización para municipios amplios y complejos que requieren ser auxiliados por estructuras democráticamente electas para dotar de algunos de los servicios públicos y gestiones ante las demás autoridades.

En el Estado de Puebla, de acuerdo a los datos abiertos de la Secretaría de Gobernación existen 659 Juntas Auxiliares, de las cuales 17 se concentran en la capital, y de estas concentran más de un millón y medio de habitantes. Dichas juntas, de acuerdo a la ley son órganos desconcentrados del municipio lo cual está contemplado en la Ley Orgánica Municipal en el Artículo 224 “Las Juntas Auxiliares son órganos desconcentrados de la administración pública municipal y estarán supeditada al Ayuntamiento del municipio del que forman parte.”, las cuales, son auxiliares en la prestación de servicios, lo que de ninguna manera constituye un nuevo nivel de autoridad al ciudadano ni mucho menos suprime la relación directa entre el ciudadano y su autoridad municipal.

Uno de los fines de la administración municipal, es lograr la gobernanza, pero no aquella que considera débil e incapaz a la sociedad, fundamentada en un gobierno centralizado con una organización reglamentada en su actuación, con líneas de mando descendientes a las cuales se atiende para la consecución de resultados y la difusión de información como lo han definido algunos autores; sino aquella que la define “sobre la base de una sociedad fuerte y organizada que fundamenta la descentralización y una mayor cooperación entre el Estado, la sociedad civil y el mercado, para la movilización de recursos, capacidades en programas y proyectos que buscan la solución de los problemas en contextos territoriales específicos.” (José M. Balente, 2013).

Ante esta discusión me parece oportuno abordar el tema de la desaparición de las Juntas Auxiliares con no una perspectiva funcionalista, sino desde una óptica más sociológica y cultural. Es necesario apostarnos por mejorar la exigencia, elementos necesarios y supervisión del cumplimiento, reconociendo así que son autoridades que emanan del voto popular directo, lo cual merece ser respetado y valorado.

Deben contribuir a un mayor grado de cooperación y a la interacción del Estado, fortaleciendo los lazos entre gobernados y autoridad, haciendo una mejor gestión, uso eficiente de recursos y transparencia. Por otra parte, el respeto a la identidad de estos pueblos constituye la conservación del baluarte cultural de estas poblaciones, como ejemplo, en estos días las expresiones culturales que vemos, nutren la cultura popular para el disfrute de propios y ajenos.

Un último dato que me parece importante considerar, es la gran cantidad de participación política que genera los procesos electorales en la Juntas Auxiliares, lo cual hace innegable el grado de participación social que generan cada tres años que son relevadas las presidencias, tan solo en este año se registraron 89 plantillas para las 17 Juntas Auxiliares en la capital, además de tener décadas en que los habitantes de éstas participan en estos procesos y debemos tener en cuenta que al ciudadano le gusta tomar parte en estas decisiones de sus comunidades.

La modificación de la ley que incide en ellas, sin duda, deberá pasar por la opinión de ellas mismas, 17 Juntas, por que cómo dice el refrán popular “Cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar”, a priori al debate, la postura de éste legislador es: mejorar sus marcos normativos, mejorar sus funciones, vigilar su actuación, es decir apoyarlas quizá ¿más recursos? ¿más coordinación con la autoridad municipal? ¿más tecnologías para la prestación de servicios? que venga el debate.

«Dentro de las circunstancias especiales de cada comunidad humana, por encima de los intereses particulares de los individuos o grupos que la integran, la búsqueda del bien común debe ser el objetivo indeclinable de la política”

Adolfo Christlieb Ibarrola

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