Perversidad, sevicia y malignidad

Por: Humberto Aguilar Coronado

Desde que llegó al poder, el presidente ha descalificado a una gran cantidad de personas, que van desde políticos, empresarios, actores y periodistas.

Uno de los más atacados, sin duda es el periodista Ciro Gómez Leyva, a quien ha atacado con mentiras, falsas acusaciones y calumnias, por lo que el periodista, en la entrevista que le hizo Carlos Loret de Mola el día de ayer, cuando se refirió a la actitud irresponsable que el presidente ha tomado con aquellos que no piensan como él y que disienten o no están de acuerdo con sus actitudes y su comportamiento, afirmó que la actuación del presidente es perversa, que tiene malignidad y que hay se vicia en su actitud.

Son tres términos que describen la actitud o cualidad de una persona con respecto a su entorno familiar, social o político.

La perversidad es esa cualidad de quien obra con mucha maldad, pero que, además, lo hace de forma consciente y que disfruta haciendo daño.

La sevicia significa una crueldad excesiva y en general, esos malos tratos que imposibilitan la convivencia armónica en las sociedades.

La malignidad, según la Real Academia Española, es esa propensión del ánimo a pensar u obrar mal.

El periodista comparó al presidente como aquel muchacho grandote y bravucón, que en la secundaria llega con sus cuates a presionar a los demás y que es capaz de escupir en el suelo a quien previamente pateó, como una muestra de poderío, pero que cuando alguien le reclama, entonces afirma que el suelo está parejo, que se juega con las mismas reglas, que es comunicación circular y que ejerce su derecho de réplica.

Mejor descripción sobre la actitud que ha tomado el presidente con diferentes personas no puede haber.

Él es el grandote del gobierno; es el bravucón de palacio nacional; es el que trae a todas y todos sus cuates atrás, alabándolo y echándole porras hasta el desenfrenoataviados con su chaleco color guinda; es el que ha escupido en el suelo a los que previamente había pateado con el apoyo de sus incondicionales, y al mismo tiempo, es el que se hace la víctima cuando alguien levanta la voz para señalar sus excesos, sus mentiras, sus descalificaciones y sus difamaciones.

No cabe duda de que el presidente ha utilizado todos los instrumentos a su alcance para fortalecer esa actitud soberbia y cínica mediante la coerción, la presión y la intimidación con personas e instituciones.

Pero, además, y quizá sea lo más grave, ha violado la constitución, las leyes electorales y ha hecho caso omiso de las medidas cautelares que le ha impuesto el INE para modular su comportamiento en las mañaneras, que es desde donde en realidad gobierna este país.

Han pasado casi cinco años desde que asumió el poder y cada día se le ve peor. Mucho más intolerante, pero también mucho más irresponsable con sus expresiones y su comportamiento.

Falta muy poco tiempo para que el obradorato deje de serreconocido como la fuerza transformadora que se prometió y seguramente el presidente López Obrador no será recordado como un jefe de estado responsable, ni respetuoso del estado de derecho.

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