Por: Humberto Aguilar Coronado
Hace muchos años, en la televisión mexicana se proyectaba un mensaje de una compañía automotriz, en donde un padre le enseñaba a su hijo un llano y le decía: “todo lo que ves, es tuyo”, a lo que el hijo respondía con una pregunta: ¿y la Cheyenne apá?, refiriéndose a la camioneta anunciada.
Pues años después, a partir de que se dio a conocer la casa que en Houston, Texas habitó el hijo mayor del presidente de México, al parecer el presidente le preguntó molesto: Junior, ¿que pasó con la “casa gris”?.
El asunto no es menor por varias razones que contraponen el discurso de austeridad, honestidad y combate a la corrupción del presidente, que lo mismo ha descalificado a los jóvenes que tienen una aspiración, a los hijos de las personas con recursos económicos a los que ha encasillado como fifís y acusado de corruptos a todos los que no comparten su visión.
Por otra parte, se hicieron famosas las declaraciones del hijo del presidente justo el día de la elección cuando afirmó que no tenía trabajo y que no sabía a que se iba a dedicar, por lo que es altamente sospechoso que tres años después, se de a conocer que vivió en una mansión en Houston, Texas con todo y la alberca en la que después se vio bailando muy contento al hijo menor del presidente.
¿Puede un mexicano tener y vivir en una casa en estados unidos o en cualquier parte del mundo?, por supuesto que si. Ese no es el problema.
El problema radica en que la investigación demuestra que la casa era propiedad de un contratista de PEMEX que ha sido beneficiado con contratos multimillonarios a partir de que López Obrador es presidente de México.
El problema radica en que la esposa del hijo mayor del presidente trabaja o trabajaba como cabildera para esa empresa cuyos beneficios en contratos ascienden a millones de dólares.
El problema es que nos quieren hacer creer que la casa es y está a nombre de la nuera del presidente de la república, una mujer exitosa que mantiene a su marido y de la que su suegro afirma que es una “mujer rica”.
Este asunto que ha merecido miles de comentarios, editoriales y por supuesto, memes en las redes sociales, me parece que es el punto de inflexión en donde el gobierno del presidente se empieza a quebrar fuertemente haciendo ver falso su discurso de austeridad, honestidad y combate a la corrupción.
El que sus hermanos hayan sido captados recibiendo dinero en efectivo; el que a su secretaria de educación se le haya acreditado un delito por retenerle parte del sueldo a los trabajadores del ayuntamiento de Texcoco; el que su amigo Manuel Bartlett haya sido expuesto con una cantidad importante de propiedades no justificadas; el que mas del 85 % de los contratos hayan sido adjudicados de manera directa, y el que haya reservado información de una importante cantidad de contratos y expedientes para evitar la transparencia, parecía que no le restaban credibilidad ni popularidad.
Lo de su hijo si y está preocupado, desencajado y enfadado. Ya lleva 20 días así.
Seguramente soltará nuevos distractores, como esa solicitud de información al INAI, para que el caso de la mansión del junior sea opacado por otro asunto, pero es evidente que existe conflicto de interés, que la corrupción está presente en su familia, que a su hijo la austeridad le vale un pepino y que la honestidad solo es discurso.
Descalificar Loret de Mola, a mexicanos contra la corrupción y la impunidad, y revivir la exigencia a España de disculparse por el pasado, no es la solución, pero si su ruta trazada de cortinas de humo, de cajas chinas o de distractores para no discutir lo esencial, su fracaso absoluto en temas de gobierno.
Desafortunadamente para el presidente, se le cayó su manto de austeridad y honestidad, al momento que se calló durante casi dos semanas en responder el origen de la “casa gris” en donde vivió el orgullo de su nepotismo.