Una nueva propuesta sobre el aborto se presentó en el Congreso de Puebla, la cual autorizaría legalizar y despenalizar la suspensión de la vida de un ser humano a las 14 semanas de gestación.
Al inicio del segundo trimestre el cuerpo del nuevo ser se encuentra totalmente formado, incluso hace gestos y se mueve, sus rasgos faciales están definidos totalmente, además, el sistema nervioso del bebé ya cuenta con sus componentes básicos.
El Código Civil del Estado de Puebla ya prevé la interrupción del embarazo cuando existen ciertas condicionantes como ser producto de una violación, cuando la madre corre peligro de muerte o ha sido involuntario, por ejemplo producto de una relación sexual no consciente.
De por sí el hecho de suspender la vida a las 12 semanas de gestación es un asunto que debe tomarse con reserva, más cuando se amplía el tiempo porque el ser que se gesta está mucho más desarrollado.
No hay manera alguna de justificar un asesinato, como es el caso, porque el argumento para hacerlo legal es la indefinición del cuestionamiento sobre cuándo inicia la vida.
Lo hemos señalado en diversas ocasiones, sin embargo es preciso recordar que la argumentación lógica tiene una base científica y para esta pregunta existe respuesta: desde que el cigoto es formado ya es un ser vivo, es decir, desde que existe la unión entre el óvulo y el espermatozoide.
¿Por qué sería un ser vivo? Porque hay claridad sobre la definición de lo que es una célula, la cual es la unidad más pequeña y está viva, entonces, en consecuencia, el cigoto está vivo porque también es una célula.
No existe argumento para asegurar que no es un crimen suspender la vida de un humano, pues desde que se forma la célula se convierte en un ser vivo, el cual ya tendría desde el momento de la concepción, derechos.
Como sujeto de derechos no puede ser transgredido por un tercero, aunque éste sea su madre, sólo por el simple hecho de no quererlo por cualquier razón, porque ya hay una trasgresión de por medio.
La propuesta presentada en el Congreso de Puebla debe ser ampliamente discutida, no sólo por el grupo de mujeres que la impulsa, sino por quienes están en contra y especialistas en diversos ámbitos para evitar la normalización del homicidio, ya de por sí tan arraigado en la cultura mexicana y maximizado por el nuevo régimen federal de gobierno, cuyo sexenio quedará marcado por un derramamiento de sangre como nunca antes se vio.