Hablar de las mujeres va más allá de la búsqueda incesante de la igualdad, la equidad, el combate a la violencia de género; hablar de las mujeres significa la fortaleza de una sociedad, el progreso de pueblos enteros, el orgullo de naciones que han salido adelante enfrentando todo tipo de adversidades gracias al apoyo incondicional de las mujeres.
No es simple retórica, la mujer es el centro de la familia, es el origen, es la construcción de un mejor futuro, es la formación de sociedades con ética, con anhelos, con sueños que solo se harán realidad si todos, absolutamente todos, empezamos a valorar mucho más a este importante e incluso indispensable sector de la sociedad.
Recordemos que el 8 de marzo de 1975 fue declarado oficialmente por la ONU el Día Internacional de la Mujer, fecha que está dedicada al desarrollo de la conciencia social y política de las mujeres.
Precisamente la semana pasada fuimos testigos de diversas marchas y manifestaciones alusivas al Día Internacional de la Mujer y como ciudadano de esta gran nación, aplaudo la valentía, el coraje y la entrega de todas las que salieron a gritar su sentir.
Frente a los nuevos tiempos y una constante globalización en todas las ramas productivas, es dispensable seguir estrechando lazos para que, como autoridades, sigamos abriendo puertas para las mujeres no solo en el ámbito laboral sino profesional, ampliando su reconocimiento y fomentando su participación en todos los rubros, además de garantizarles espacios y una nación segura para que puedan “Vivir Sin Miedo”.
Seguiremos abonando en la construcción de una sociedad más incluyente, donde, de una vez por todas sean desterradas las prácticas de antaño que tanto daño han hecho al sector femenino como son la misoginia, la discriminación, la exclusión, el relegar a las mujeres a espacios donde no pueden progresar por el pensamiento retrogrado y machista de que un hombre realiza mejores funciones, “no señores”, acabemos con estas prácticas que en lugar de llevarnos al progreso nos llevan a un retroceso y al fracaso como sociedad.
Ofrezcámosles a las mujeres un estado con apertura y libertades, libertades para su desarrollo profesional, libertades para expresarse, libertades para tener la misma
oportunidad que los hombres para mejorar su condición de vida, libertades para ser felices y no sentirse relegadas solo por ser mujeres.
En la actualidad es lamentable saber que, según estudios del Censo Nacional de Gobiernos Municipales y Demarcaciones Territoriales del INEGI, son muy pocas las mujeres que tienen un rango de poder en México y si bien en el sector privado las cifras no son precisas, basta voltear a ver al sector público donde se reconoce, a nivel país, que solo el 23.1% de las alcaldías o municipios en México son liderados por una mujer.
Afortunadamente en Puebla ya está llegando el cambio de mentalidad, y para muestra nuestro propio Congreso del Estado, donde son más mujeres que hombres, las que ocupan una curul.
Es urgente seguir abriendo más espacios para las mujeres, ya que reconocemos su eficiencia, valía y entrega en cualquier rama de la productividad, e incluso, estudios del Instituto Mexicano para la Competividad, reconocen que, en un mundo ideal, una mejor inclusión de las mujeres podría hacer que el producto interno bruto (PIB) de México creciera en un 15% mayor al sumar 8,2 millones de mujeres a la economía formal del país hacia 2030.
Sigamos sumando esfuerzos, estrechando lazos y caminando hacia un mismo rumbo para lograr que en corto el Día Internacional de la Mujer no solo sea una conmemoración, sino que se convierta en un festejo mundial donde celebremos que ellas ya pueden transitar por caminos más igualitarios, que reconocen sus capacidades y que les abren las puertas al progreso.