- El proyecto fue realizado por estudiantes de la Licenciatura en Arte Contemporáneo con asesoría del Instituto de Investigaciones en Medio Ambiente de la Universidad.
- La planta de tratamiento de aguas residuales de la Casa de Estudios procesa el 100% de toda el agua consumida en el campus.
Cualquier estudiante, profesor, trabajador o visitante de la IBERO Puebla ha caminado por el sendero que conecta al edificio principal del campus con el Instituto de Diseño e Innovación Tecnológica (IDIT). Más aún, lo ha escuchado y respirado sin mucho agrado. Aquel pasillo se ve delimitado por una estructura tan inadvertida como fundamental para el funcionamiento de la Universidad.
Se trata de la planta de tratamiento de aguas residuales, uno de los sistemas medulares de la iniciativa de Campus Sustentable abrazada como parte de las políticas institucionales y educativas. El que fuera un inmobiliario blanco camuflado por los arbustos es hoy un mural educativo diseñado y ejecutado por un equipo de estudiantes de la Licenciatura en Arte Contemporáneo.
La nueva carátula de la planta funciona como una radiografía de lo que ocurre en su interior. Las aguas residuales de toda la Universidad son bombeadas a un contenedor núcleo, el cual las desahoga en tinas cargadas con bacterias anaeróbicas encargadas del proceso de purificación. Posteriormente, una segunda matriz aplica pruebas de pH para garantizar que las aguas están listas para usarse en el riego de la vegetación.
El Mtro. Mario Patrón reconoció la obra como una forma de construir memoria social, que es “lo que nos da espíritu cotidiano e identidad institucional”. La intervención se une al mural contra la violencia de género como dos expresiones artísticas que resumen los valores de la Institución.
Para el Rector de la IBERO Puebla, las reflexiones que emanan de la realidad intramuros se relacionan con las grandes dolencias del mundo; el cambio climático es una de ellas. De ahí la importancia de contar con proyectos sociales que vinculen al alumnado con las problemáticas del exterior y los acerquen a la acción desde el quehacer universitario.
“Este mural es una síntesis de ese esfuerzo como universidad de cómo miramos la construcción de esperanza con las juventudes, y cómo vinculamos a nuestros estudiantes a estas agendas”: Mtro. Mario Patrón.
Fue así que la concepción del mural nació en la asignatura de Pintura. Animado por la Mtra. Alma Cardoso, coordinadora de Arte Contemporáneo, el grupo comenzó el bocetaje de “la historia del tratamiento de aguas” con la intención de divulgar de forma lúdica un procedimiento disonante en el ecosistema estudiantil. La pandemia tuvo otros planes, por lo que la iniciativa que nació con una docena de jóvenes se redujo a cuatro.
Nicole Fernández formó parte de la cuadrilla que trabajó por tres meses en la materialización de la historia visual. “Es un proceso que casi nadie conoce, los estudiantes no son conscientes de que la IBERO Puebla toma estas acciones para reducir el impacto ambiental. Es muy fuerte esta forma en la que se crea un ecosistema dentro de la Universidad”, reflexionó.
A mayor escala, el proyecto representa la materialización de la cultura del cuidado de la casa común. La Dra. Lilia Vélez, directora general Académica, aseguró que el mural pretende visibilizar las acciones para mitigar el deterioro ambiental, mismo que ha llegado a niveles críticos en todo el planeta, como una encomienda a la que todos están llamados.
Dicha concepción emana, a su vez, de las Preferencias Apostólicas Universales de la Compañía de Jesús, donde se exhorta a la conversión ecológica. Como refrendó la Dra. Valentina Campos, directora del Instituto de Investigaciones en Medio Ambiente Xavier Gorostiaga, SJ (IIMA), la IBERO Puebla “se plantea el reto de contribuir a la construcción de una sociedad sustentable [a través de la educación]”.
El mural de la planta de tratamiento de aguas residuales fue un esfuerzo conjunto entre la Licenciatura de Arte Contemporáneo y el IIMA. Los realizadores de la intervención fueron Nicole Fernández, Doménica Rosas, Rodolfo Suárez y Camila López, quienes fueron asesorados por el profesor Víctor Martínez. La compra de insumos fue posible gracias al patrocinio de Telcel.