Era Bastante Feíta. 

La historia hace posible visibilizar hechos pasados que permitan ir reconociendo y entendiendo los por qué de los hechos actuales. 

Pude comprobarlo en uno de los diversos eventos conmemorativos al 8 de marzo en el que el historiador Alejandro Montiel Bonilla rescata la figura de Rosa Carreto Díaz preguntándose ¿A cuántas Rosas Carreto hemos olvidado, ignorado, dejado de investigar? ¿Cómo queremos cambiar las asimetrías estructurales de nuestra sociedad machista, si ni siquiera podemos hacer una correcta investigación y difusión de las mujeres más brillantes que ha dado nuestro país? 

En efecto, muchas mujeres no sólo de la literatura que han aportado a nuestro estado y a nuestro país han sido sin duda olvidadas, de ahí -en principio- la riqueza de su rescate. 

Veamos porqué: Rosa Carreto Díaz, mujer de letras, poeta dedicada al magisterio, funda en el Instituto Normal del estado de Puebla el periódico estudiantil Alba en 1861 -no se conocen ejemplares- perteneció a agrupaciones y asociaciones literarias de su época Filarmónica de la Purísima Concepción, el Liceo Hidalgo, el Liceo Morelos, Gran Círculo Nacional de Obreros “Rodríguez Galván” y el Círculo Artístico Literario “Carmen Romero Rubio”, frecuentaba la amistad de los escritores José Fernández de Lara, Tirso R. Córdoba, José María Cordero, Filomeno Mata, entre otros; su obra fue publicada en la imprenta de los sucesores de Francisco Díaz de León por orden del Gobierno del Estado: Poetisas mexicanas, siglo XVI, XVII, XIX (1892) de José María Vigil, y La Lira Poblana, Poesías de Rosa Carreto, Severa Aróstegui, Leonor Craviotto, María Trinidad Ponce y Carreón, María de los Angeles Otero y Luz Trillanes y Arriaga (1893). 

Escritora poblana que incursiona en la narrativa de géneros como leyendas, tradiciones, teatro, escribe cincuenta y un fábulas, destacando Fábulas Originales (1882) a cargo de la Tipografía Literaria de Filomeno Mata. Tan solo su trabajo como fabulista la hace la primera mujer que en México incursiona en este tema. Su obra fue publicada entre 1882 y 1886 en El diario del hogar, El diario de las familias cuyo editor fue Filomeno Mata,  La Prensa entre 1883 y 1890. 

Consolidada en su carrera literaria y gozando de un amplio reconocimiento como una escritora muy valiosa por Filomeno Mata, Manuel M Flores, Abraham Sosa, contrae nupcias con un escritor español Antonio García Tornel. Después de su matrimonio, silencio, no se volvió a conocer ningún escrito más de ella; hasta 1899 en que se sabe de un incendio en una tlapalería “…con toda eficacia acudieron los comisarios de policía y dos secciones de bomberos logrando con mil esfuerzos, extraer del interior de la casa incendiada a la propietaria de ella, la señora Rosa Carreto de Tornel y a su dependiente…” 14 días después fallece producto de las quemaduras.  

¿Qué habrá pasado? ¿Por qué dejaría de escribir? ¿Su esposo también escritor, ya no le permitiría seguir con su carrera de escritora? No lo sabremos porque en efecto ella misma y su trabajo “fue olvidado, ignorado, dejado de investigar”. 

Hasta hace 30 años, comenta el historiador Montiel Bonilla que encontró una edición “muy modesta” que recopila parte de la obra de Rosa Carreto Díaz y llamó mi atención un comentario que él hizo y que por supuesto solicité me compartiera. 

Resulta que en el Prólogo escrito por Luis Mario Schneider, detalla en varios momentos, un comentario que visibiliza con mucha claridad el “cómo queremos cambiar las asimetrías estructurales de nuestra sociedad machista, si ni siquiera podemos hacer una correcta investigación…” 

Schneider señala: “…fue célebre por su filantropía y también célebre por su fealdad.” Y abunda “De las dos cosas dan fe sus contemporáneos” incluso repite los comentarios que de ella hace Enrique Cordero y Torres en su Historia del Periodismo en Puebla, dice él, “menos piadosos” “…Doña Rosa…era bastante feíta y cargaba demasiado de colores sus mejillas”, pero remata Schneider: “Era fea, sí…” y tal vez queriendo reducir todos estos comentarios señala  “pero eran los tiempos en que más se apreciaba a la mujer por sus virtudes que por su belleza física…” 

Sin lugar a duda queda visible en este Prólogo escrito por Luis Mario Schneider, esas asimetrías estructurales de nuestra sociedad machista, que cuando se trata de mujeres ni siquiera “podemos hacer una correcta investigación  y difusión de las mujeres brillantes que ha dado nuestro país”.  

No cabe duda, rescatar la historia nos permite hacer posible visibilizar hechos pasados; para ir reconociendo y entendiendo los por qué de los hechos actuales. 

rgolmedo51@gmail.com 

@rgolmedo 

Palabra de Mujer Atlixco 

rociogarciaolmedo.com 

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